Si hay algo especial,
en la vida siempre,
un sentimiento excitante,
“al sentir unos labios ardientes”.
Es el primer arma,
que nos hace de estallar,
ese impulso de deseo,
“cuando se siente un beso”.
Aunque sea en la mano,
sentir unos labios,
te hace recorrer,
“un escalofrío por la piel ”.
Un escalofrío tan fuerte,
por todo nuestro cuerpo,
nos hace de temblar,
“apoderándose de nuestra mente”.
Una mente perversa,
que nos desata la fantasía,
desde de anochece,
“hasta amanecer el nuevo día”.
Aunque este de día,
los labios nos hacen de sentir,
cerrando nuestros ojos,
“pero no para dormir”.
Nos pueden hacer,
de soñar despiertos,
porque unos labios ardientes,
“nos pueden quitar el sueño”.
Soñar con sentirlos,
y no poder disfrutarlos,
puede ser un desespero,
“por llegar a besarlos”.
Pero cuando los tenemos,
besamos y disfrutamos,
vivimos una experiencia,
“que nunca olvidamos”.
Pero sólo nos olvidamos,
al paso de otros labios,
entonces nunca fueron,
“tan excitantes y ardientes”.
Y si no fueron excitantes,
no se sintieron ardientes,
es un error de la gente,
“decir que eran besos ardientes”.
Quién pueda decir,
que los labios le excitaron,
es porque los sintió,
“y su fuego se le grabó”.
Cuando unos labios,
se pueden grabar a fuego,
se convierten en ardientes,
“sintiendo unos besos excitantes”.
Una excitación del cuerpo,
que nos haga de palpitar,
sentirlos siempre al pasar,
“los labios ardientes al marcar”.
Y es que una marca,
nunca se olvida,
es como una cicatriz,
“que la marca siempre queda”.
Una marca de pasión,
que sólo tiene poder,
de guardar o olvidar,
“ese es el autentico corazón”.
El corazón es el único,
que sufre las consecuencias,
y disfrutar con las experiencias,
“cuando los labios causan discrepancias”.
Las discrepancias comienzan,
apareciendo las diferencias,
diferencias de entender,
“y mucho menos de comprender”.
Comprender que los momentos,
no son todos iguales,
saber entender los bajones,
“animando con buenos sentimientos”.
Los buenos sentimientos,
tienen el premio,
de sentir siempre,
“unos apasionados labios ardientes”.
“unos labios ardientes son el delirio de los amantes”.
Miguel de la Mancha
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