Y me tomas entre tus
brazos y la distancia
se aleja, quieres mitigar
el dolor que siento.
Me acomodo en tu regazo,
me tomas de la cintura con
ternura angelical,
deseando transmutar mi dolor
y yo me acurruco en tu pecho,
para que sea tu corazón
el que me hable y me consuele,
expresándome su amor;
para sanar este dolor.
Es tu sustento lo que yo
necesito en estos momentos,
tú lo sabes y me impregnas
con de tu ternura y musitas
al oído que me amas
y que soy tuya.
Tomás mis manos,
las acaricias
y yo no puedo negar que ellas
me hablan y me invitan
a saborear la humedad
de las tuyas y expulsan
lo cálido de este amor.
Tu cuerpo no para de vibrar,
nuestras almas se desvisten
lentamente, se funden
en una sola y el tiempo
está a nuestro favor y
se hace eterno.
Y tus labios me desean
más que nunca y
quieres devorarme a besos;
pero de pronto observas
mis ojos y te desplomas,
tu silencio me excita, me habla
y surge un suspiro estremecedor,
deliramos de amor.
No necesitamos palabras,
enmudecemos, nos damos
permiso a que nuestras
almas conversen.
Y sentimos como ellas se
entregan sin posesión,
solo fluye un sincero amor
y me invitas a cerrar mis ojos,
para sentir la pureza
de este amor.
La magia se hace ver,
destellos de placer y
mitigas mi dolor con tu
ternura y pasión.
Y esta sed de amar,
se fecunda y crece,
convirtiéndonos
"uno en amor".
Somos seres que
estaban destinados
para amarse,
ya que nuestro
amor fluye y se esparce,
en todas partes,
es por ello que
nos recordamos en
cada instante.
Te reconozco se que
me esperabas,
tú ya me amabas.
¡Tuya por la eternidad !
F. Janeth Elizarraraz O.
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