Siento mi vida perdida y mustia, entre recuerdos desvelados
Largas son las noches que busco en sueños recuerdos de haberte amado
como el aroma suave de una bella flor, que agoniza en un libro olvidado.
Siento que se fue mi vida entre mis horas lentas, sin vivir.
Dolor de ya no tenerte, vida ya lejana, dejan jirones en mi alma ya herida
de tibios encuentros de lujurias a la luz desmayada de la luna escondidas.
Mi amor espera por ti, entre las penumbras de mis ensueños.
Y no estás, el tiempo se detuvo y te fuiste dejándome en un triste pasado
Ven a mi lado y como antes, tiembla de pasión con un beso de mis labios.
Vacía soledad es mi morada, alumbrada por crepúsculos de olvido.
De un amor prohibido, cuando entraste a mi vida tibiamente, tú destino
encendiendo mis fuegos, perdidos en lujurias, pasión y dulces desatinos.
Muero de amor deseándote, entre caricias y trémulos murmullos.
Esperándote entre noches, sumergido entre tus tibias piernas y el deseo
desnudos, donde el tiempo no existe, en las fronteras del éxtasis etéreo.
Te amo por todo lo que fue y lo que pudo ser, y no ha sido.
Siento mis angustias, en soledades y espejismos entre nieblas y rumores
de la pasión desatada entre los deseos y arrebatos de prohibidos amores.
Perderme entre tus pechos turgentes, era mi dulce tormento.
Dormirme en tu vientre, tú piel de aromas de amapolas, era mi morada
sentir el tibio, dulce derrotero de guirnaldas de tus labios en mi espalda.
¡Tanto te busqué en mis senderos yermos!, que más te amo.
Nunca pensaré en un viaje sin partida, y no poder llegar nunca a tu vida
en esta sedienta espera de lo inaudito, en horas de tristezas ni alegrías.
Yo te esperaré siempre, y me entregaré a todos tus destinos.
Seré un peregrino en los caminos buscándote, ya mi cuerpo estremecido
recordando aquella tarde gris ya envejecida, de penas mi corazón herido.
¡Basta de búsquedas y esperas, en senderos de amor y deseos!
Te encontraré amor, y serás una estrella que se llamará como tu nombre
tuya será mi vida y mis ganas de amarte, cuando me dejes ser tu hombre.
Y serás mi alba, un arco iris de colores, y el perfume de las flores.
Tus primaveras vencerán a mis otoños, al beber tu amor en mi cantero
y el amor nos salvará de las tormentas que alejaron todos los ¡te quiero!
Ven amor, bésame como la abeja a la miel, y la brisa a las flores.
Y serás mía lentamente, suavemente, con la pasión de todas mis esperas
despertando mis esencias, entre letargos de otoños y nuevas primaveras.
Y serás un nuevo y alucinado amanecer en mi alma, vida mía.
Y te amaré hasta el fin de mis días.
Y en ese día, guardaré una fresca flor, en el libro de la vida.
Manuel F. Romero Mazziotti -Argentina-
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