Ante brazos extraños caímos
en fuego conocido, ¿tiranía del
destino o bondad de la casualidad?
estar frente al espejo de nuestra
esencia sin tocarla solo sentirla,
vivir bajo el mismo sol sin mirar
la sombra, atrapar los suspiros
en el viento amigo porque
la realidad divide, amar como
niño y desear como alma vieja,
sentirse dichoso por hallar
el tesoro aunque vive
en isla ajena, inquebrantable
es el amor que no cede ante
el tiempo, viste de noble a la
princesa, desnuda la belleza
desenterrando la verdad
que apremia, seduce con
secreto maquillado invitando
a tocar las estrellas, atrae
con misterio regalando lo que
el alma entiende y la razón pelea.
Ante mirada ajena quedamos
prendidos del refugio vivido,
caminar en la senda del fue
a pesar que hoy la distancia
pierde, ver en el brillo de los
ojos la luz que disipa los
extraños murmullos, sabiendo
que debe quedar guardado
en silencios presumidos,
tocamos la boca como pocos,
avivamos la brasa con leña
nocturna como nadie, construimos
chimenea con deseos donde
recostados fecundamos sueños,
abrazamos la nostalgia de extrañar
la piel, abrigando poseer el amor.
Aventureros en el inhóspito
sendero del tiempo, desafiando
el misterio ganamos conocerlo,
retando la petición obtuvimos
premio, eres visitante musa de
mis versos, dueña de mi amor
insolente, rosa única en mi huerto
permanente, soy intruso reclamando
mi inspiración, soplando la ceniza
reviví el incendio de tu vientre,
fuimos chispas flotantes derritiendo
el hielo del olvido, inundando con
letras despertamos del letargo,
ámame con alma de niña, prometo
amarte con arte de alma vieja,
podrán pasar las épocas pero
no nuestro amor, podremos
envejecer mil veces y siempre
será joven este amor.
Luis Emilio Tigüilá Robles -Guatemala-
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