Tengo el pensamiento perdido de tanto deserte, mujer.
Fluye enamorada la brisa cuando besa tu cuerpo desnudo, sin consuelo
y callado mi verbo caminas hacia mí, moviendo tus pechos, mi desvelo.
¡Estás tan cerca! que tus aromas embriagan todos mis sentidos.
La lujuria de tu cuerpo incita a recorrerlo todo, con pasiones y delirios
con mi boca y lengua, desde tu cuello y hasta la pradera de tu ombligo.
Mi boca se pierde insaciable de tus labios de pétalos de rosas.
Mi lengua recorre tu espalda suave hasta la mariposa tatuada en tu vientre
entre tus espasmos y gozos, cuando acaricio la tibia rosa de tus cimientes.
Bebo el néctar dulce de tu boca, como la abeja a las flores.
En el loco desenfreno de los espasmos extasiados entre lujurias soberanas
y en el gozo que entrecierra tus ojos, en el límite de las caricias profanas.
Y te poseo suavemente, ardiendo en llamas de una pasión inmortal.
En el abismo y placer de una noche desmayada pierdes tu pudor naciente
cuando busco con premura la rosa tuya en la dulce pesadilla de tu vientre.
La pasión y lujuria entrecierran turbados, el mar de tus ojos.
Tu cuerpo se aposenta en el mío como un montón de pétalos en mi vientre
y se mueve intensamente, entre delirios y gozos, sobre lujurias consientes.
Extasiada de lujuria y delirio, tú lengua inventa caricias profanas.
Rotas las esperas y quimeras, tu cuerpo fluye suavemente, al amor nacer
entre mis piernas y brazos en la agonía del éxtasis, estremecida de placer.
El sol pinta de rojo tu figura menuda, cuando te duermes desnuda.
Tu belleza aturde mis sentidos, y el recuerdo de tu total entrega al amor
y me pierdo en los tibios barrancos tibios de tus pechos, de pétalos y flor.
Mujer, tú, que tienes ¡tanta piel! donde escribir…
Y yo, con ¡tantos versos! en mis manos…
Manuel F. Romero Mazziotti -Argentina-
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