Páramo de mis sueños y mis dudas tú entras sagaz nuevamente aquí donde habitó el amor y en mis
reflexivos días de soledad sin fin.
Asomada en la ventana de mi lar medito de mil cosas,
de mis sinsabores y aciertos, de mis noches impacientes, de mis sueños que forjé en esta morada dejada hace tiempo.
Me recuesto de nuevo aquí en mi avenida, aquí en el páramo de mis sueños y mis dudas, atrapo el sol cálido que entra en este cobijo, el cual desquiciada corriendo ciega un día dejé.
Ahora me asigno punzando voces lejanas e impacientes vacíos acojo en mi estar, hoy el espanto cubren mis estratos y entre pompas de jabón revivo utopías.
Los perennes roces que cobijaron mi ayer se han ido, el Jacinto en flor que de rocío se cubría, ahora se secó con mi partida, creo que conquistó los prados amarillos, ¡yacentes!.
Turbada abro la puerta, esperando el abrazo prodigioso y el beso trémulo de esos días, mas él no está, se ha ido, tal vez solitario sin rumbo o se ha liado en las estepas vagas, ya no llega hasta mis labios diciendo te amo.
El palenque que afirmaba mi cuerpo se mofa de mi venida, y las margaritas no me sonríen, el manzano que me nutría me vuelve la cara, no, no me queda nada por hacer aquí.
Huyo, cubriéndome como el chaval que corre al regazo de su madre, ¡siento dentro de mí la desazón!, emigro como perro que esconde su cola, ¡suspiro! ayer lúcida cobijé mi cordura, fue ese ayer ingenuo y jovial.
Páramo de mis sueños y mis dudas tú te reiteras acusete, para bregar mi proceder de antaño, ¡mejor me marcho de este espacio donde habitó el amor, pero siempre existieras tú mi páramo amado, aquí y en mis reflexivos días de hoy.
ARIAM DIESEL
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