No te esperaba claridad
sin embargo silenciosamente
cobijaste en las curvas del tiempo
donde ya no existen luciérnagas
ni manitas de niños los que madrugan
presurosas para recogerlas.
Entre la espesura de árboles
sólo quedan los colores
verdes de las hojas y algunas
melodías deshiladas
libre, de los vientos.
Si pudiera, debajo
de las lluvias, recoger
mis penas agitadas
en esta lliclla*, así como
los rayos del Sol destellan
en cada surco de los rastrojos.
Sólo así veré crecer
a las tiernas golondrinas
en los puquiales
cristalinos donde
los vio nacer.
*Manto colorido.
Orlando Ordóñez Santos
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