Déjala volar,
libre y apasionada soñadora.
Dulce néctar
impregnada de sutil fragancia
que aguarda en las ropas
de una piel marcada.
Déjala sentir,
ese verso callado de sus labios
que quemando sus manos están
al no ser agitadas.
Sedientos labios que matan,
río en sus ojos encerraba.
Un sendero de flores
que caminan hacia tus besos
Maria De Los Angeles Ares Lago
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