(minicuento)
"El hombre esperaba por su víctima en la oscuridad de aquella habitación, arma en mano, recordaba las veces que ella se había burlado de él, las veces que él le caía detrás y ella coqueta, se iba sonriendo, las veces que había perturbado su sueño y luego se alejaba dejándolo desorientado... Siempre se alejaba de él, siempre lo abandonaba... Pero hoy se vengaría.
Sintió su olor antes que sus pasos, un olor característico, luego le llegó el ruido de su caminar en silencio, aguantó la respiración, las manos le sudaban, aferrando con fuerza el arma asesina en su mano, encendió la luz y en ese instante en que ella encegueció por el resplandor, descargó con fuerza demoledora la chancleta sobre la cucaracha... Y respiró tranquilo.
Había cometido un Cucarachacidio... Pero su conciencia quedaba tranquila."
Rodolfo Payan
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