Ya no busco tu
piel cada día. Ya
sólo quiero el roce
de tus manos cada
mañana...
Esa mirada tuya
de amor, ese encanto
de tu ser. Ahora me
gusta caminar despacio,
mirarte como el más
bello de los paisajes.
Mi compañera del alma
amante perpetua
simplemente mujer.
Cabalgata de emociones
cómplices de miradas
sobre tu piel escribí
mi diario, ahora media
vida es tu existencia.
Pienso ¿cómo será el mañana?
bajo la tenue luz del anochecer
vislumbro dos ancianos de la
mano...
Francisco Javier Díaz Aguilera
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