Acariciaste un suspiro de fe que no se rendía a fenecer
impregnaste de esperanza mis pasos sin norte cierto
derribaste murallas que yo mismo construí con dolor
me apoyé en tu paz, aprendí a caminar sin desazón.
No aguardaba por el sol cuando el crepúsculo reinaba
mas, no busqué celajes que ocultasen tu presencia
me aferré a la luz de tus ojos reluciendo en mis tinieblas
la inercia vestida de calma murió en las ansias de vivir.
El desánimo del ocaso dio paso a un nuevo amanecer
contigo el mañana no llega a pensamiento, eres el hoy
por quién se erizan deseos y el corazón pulsa ilusiones
la noche no es un pesar, allí parimos nuestros sueños.
Oscar A. Fernande Folguerá (Argentina)
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