Miro tu belleza pura, reflejada en un horizonte azul.
Te conozco y ya remueves mis esencias, con tan sólo el placer de mirarte
allí apenas te descubrí sentí las ansias locas, apresuradas de enamorarte.
Tú cuerpo bebe mi vida, tanto, que pierdo mi cordura por ti.
Vivo el fuego fugaz de la miel de tus ojos, y sonríes jugando en la arena
bella mujer que sometes mi vida al fuego de mi pasión, que me condena.
Tu boca de rosas, atrapa mis suspiros con tus besos.
Y allí me condenas a amarte, en el delirio y la quimera de hacerte mía
y revivo en ti, mis largos otoños en la perfumada primavera de tu vida.
Beso la mariposa rosa tatuada en el comienzo de tu espalda.
Mi boca acaricia las vértebras de tu columna hasta el delirio de tu cuello
y busqué el rosedal ardiente de tu boca, para beberla toda, sin consuelo.
Mordiéndome con tu boca, escribe en mi piel tus versos.
Las palomas de tus manos impúdicas abrevan los sabores de mi cuerpo
y mi delirio provocas, como las llamas que aman las brisas, y el fuego.
Voy a desnudarte lentamente, y grabarte en mi lujuria.
Tu piel de pétalos cubre mi cuerpo entre el delirio de los fuegos del amor
mientras me entregas tus recónditos encantos, como una amapola en flor.
Eres mi sortilegio de amor, donde reviven mis otoños grises.
Siento extasiado, el tibio y el dulce contacto de las huellas de tus besos
un reguero de caricias lujuriosas en mi cuerpo y te amo con mis huesos.
Ámame amor, quiero descubrir tus cosas escondidas.
Voy a hacerte conocer el éxtasis del amor, estremecerte de pasión y vida
y sentir el milagro hermoso y azul de los abismos de lujurias consentidas.
Déjame ser la pasión que te domina.
Y sé tú, la lujuria que me provocas.
Manuel F. Romero Mazziotti -Argentina-
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