Nos quedamos inebriados
por la claridad del día
y por la luna plateada.
Disimulamos el susto,
las emociones
y hasta el mismo veneno
que el corazón entreabierto
reclama para reafirmar
nuestro poder de asalto.
Todos los riesgos
son sofocados
por la cordialidad
que nos impone
la convivencia en paz
con la humanidad
que es toda sufridora.
Teresinka Pereira
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