domingo, 3 de marzo de 2019

SUERTE


Es una palabra lejana como estrellas en el cielo para un indigente que está en la vereda de aquella calle solitaria, cubierto por cartón para amoldar su cuerpo y no sentir el frío del asfalto.
La gente pasa, lo mira como se hace con un perro que tiene sarna y que puede contagiarte si lo tocas, otros ni siquiera lo miran lo ignoran y siguen apurados sumergidos en sus pensamientos, sus problemas, o maquinando cómo enamorar y engañar a su esposa con su secretaria por poner un ejemplo.
Suerte quisiera aquel niño que se droga en aquel oscuro lugar para olvidar sus penas, el dolor de haber sido abandonado por aquella que le dio la vida, esa mujer mal llamada madre.
Y me pregunto... ¿Para qué los traen al mundo?
Sino están en capacidad de cuidarlos, de protegerlos por Dios para qué tanto sufrimiento, ellos no pidieron nacer.
Debería existir una ley de control natal especialmente en los países donde la pobreza reina.
La ignorancia no tiene límites la gente dice que el niño nace con el pan bajo el brazo, entonces que vengan los que puedan.
Oh lo que es peor le culpan a Dios, diosito me envió y es una bendición. Claro que los hijos son una bendición cuando existe responsabilidad de cuidarlos y protegerlos, pero Dios no te dice acuéstate y procrea.
Más suerte tiene un perro porque hay personas que los cuidan y los llenan de amor.
Después se quejan de que aumenta la tasa de delincuencia y si están en las calles con malas compañías que se puede esperar, el niño es como una esponja aprende.
La suerte es una palabra que todos la pronunciamos y anhelamos en nuestras vidas, porque te da esperanza de cambio de una situación que nos estresa.
Espero que tengamos suerte para que la educación llegue a todos los pueblos y termine la miseria.
Cuando están de candidatos juegan con las palabras y ofrecen trabajo, educación pero llegan al poder y lo primero que hacen es llenarse sus bolsillos y el pueblo que siga en su miseria.
Suerte que nos toque un buen gobernante, pero la verdad sigue esquiva esa palabra y sigamos soñando que un día llegará la suerte.

Gina Fatima Mora Coloma -Ecuador-

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