Paz huida del corazón herido,
en busca del inconsciente consuelo
entre la calma de silente duelo
y el desosiego de amor huido.
Miré hacia donde se había ido:
¡Al raso cielo por verla en vuelo!;
por las más alejadas ramas del suelo,
tórtola, que abandonó su nido:
¡Ay amor! ¿Cuándo te volveré a ver?;
… cuándo, otra vez, podré acariciarte
y de ti de nuevo volver a beber:
¡Te llevaste mucho de mí al marcharte!...
Si tú hoy me lo quisieras devolver,
ya no sabría yo cuánto más darte.
Paco Aguilar i Espada
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