miércoles, 27 de marzo de 2019

¡MALDITA SEA!


Apenas perceptible el alborozo,
amaba aquella faz desincrustada,
de la llovizna gris de toda almohada,
que muere en el palacio del rebozo.

Caía, si, caía en ese pozo,
que vierte de su aliento bocanada,
sin conseguir volar a la hondonada
de su interior que tosco, apenas rozo.

Perfume de violetas imperiales,
donde el imperio es prez de indecisión.
El agua ya la enturbia tus vocales...

Es vieja la ambición, ¡maldita sea!,
que tiñe de tiniebla el corazón,
haciendo trampantojo a quien lo vea.

Carmen Azparren Caballero

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