Tan fría e indiferente,
olvido en silencio
con lágrimas agotadas, casi ancianas,
nada por lo que llorar.
El viento es un soplo de olvido,
el soplo de las cadenas
en las noches pesadas y sin libertad.
El mundo sigue a su ritmo,
absurdo, indiferente,
bellamente maculado
con ese toque de indiferencia.
El cristal de mi piel translúcido
se vuelve sombra,
mis labios amargos
disfrazan las hojas de cuchillos
afilados como guadañas,
amputando en cada beso tus mentiras
de un amor de ausencias,
de tu irreverencia arrogante de mis soledades,
y mejor estar muerta
a que tú me ames vivo.
KARLA MARTIN
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