¿Qué no he visto sus ojos?
Sí, sí los he visto en las auroras nacientes
¿Qué no he besado su boca?
Sí, la he besado en el susurro del viento, y he besado sus manos, y conozco sus sueños, he recorrido su historia escuchando en silencio, hemos hablado horas, contándonos muchos secretos, nos hemos besado el alma y bebido nuestros sentimientos que se han insinuado en la piel, en el alma y en el verso.
Conoce el cada dolor, que me ha quemado por dentro, como si leyera un libro abierto que saborea letra a letra, como se saborea un vino añejo, busco el mar de su mirada cada tarde, cada noche, me acurruco en sus sueños cuando más sola me encuentro, me abrazo a su sombra y él a la mía porque estamos unidos con el pensamiento.
Si me preguntan quién es él…, Él es mi guerrero, mi inspiración, el alfabeto de que me da cada día un poema y que me alienta a seguir viviendo.
¿Qué la distancia me impide abrazarme a su cuerpo?
Quizá sí, pero me duermo escuchando su voz al teléfono, mientras creamos sueños, y siento que su sombra me abraza y que en la penumbra a mi alma se funde, juntos creamos sueños, y sembramos un jardín en el que viviremos lo nuestro.
¿Es locura lo que siento?
Cuantos locos se han amado ante el mundo sin secretos, porque el amor no se entiende, sea de cerca o de lejos, el amor es amor, el más bello sentimiento, yo le amo entre en ecos de su voz y silencios, a distancia y en el tiempo, en el vuelo de la torcaza que se posa en el alero de su estancia, en ese cuarto donde pinta nuestros sueños.
Yo le amo sin importar el mundo y sus rudimentos, porque en un poema no hay distancias que separe los cuerpos.
Martha Lombana -Colombia-
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