Cada uno elige su propio entierro.
Y se acomoda entre los muertos vivos.
Exhalando un placentero acercamiento
incierto y quejumbroso
Arden por sus ríos interiores.
Crujen sus entrañas sin valía.
Huele... a blanca desnudez.
Se apaga la luz del día...
Dibujas una luna perdida
entre la monotonía
de su ser ambulante
Inundando la noche.
¡Arde!, ¡sí, arde!,
Se te escapa la vida.
E. Alicia Junco -Argentina-
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