martes, 4 de septiembre de 2018

ENGAÑOS DEL CIELO


Huyendo de mis ansias, tal vez, de mis temores,
maquinando perderme el rastro, mi olfato,
esa inconfundible intuición mía de tus idas,
que nunca se van, que no son idas,
sino viajes para volver con fuerza, así,
he descubierto una nueva forma de mirarte;
tus ojos, ahora, fluyen encima del mar, solos,
tu voz es un eco de las olas, canto de palmeras,
tus manos –sin tocarme-, aplauden sin sonido,
anuncian tu llegada, me indican un camino,
tu cabello ondea sin viento, mentiras, trucos,
engaños de cielo que me ponen a correr;
eres tú, sin duda, tu reflejo, copia de mis sueños,
los colores transparentes de tus viajes, una cinta,
la creación de un recuerdo que no existe,
mi alma que se proyecta sin todas tus cosas,
un pasadizo estrecho por donde se chocan,
torpemente, nuestros cuerpos de ida y venida,
tropiezan tus palabras y las mías, tus besos,
la inquietante mirada tuya cuando murmurabas,
cuando te rodeaba ese instante en que venías,
que enrumbabas hacia mí, que lo olvidabas todo,
tu seguridad, tu tranquilidad, tu paciencia;
últimamente, me olvido que te fuiste ya,
que debo dejarte ir, quizá triste, tal vez contento,
me dejaste tu perfume, tus ojos, tu sonrisa, tu voz
y tus manos, las maravillas de tu ser, las noches,
las huellas de tus pasos en mi cuarto que, ahora,
parecen elevarse, salir por la ventana, perderse,
que me dejan la oscuridad de la noche, sin lluvia,

Del libro Un Amor Residual de Gustavo García Soto 

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