Un día tuve un sueño, soñé que estaba dormido, recostado sobre una cama tan fría como un féretro.
Estaba enfermo…
De pronto aparece una silueta.
Era transparente como una gota de rocío.
Frágil como una pluma de ángel.
Hermosa como un amanecer.
Libre como la gaviota que surca los cielos.
Y con su llegada proporcionaba una calma y un calor a mi vida inigualable.
Que tan solo con su presencia el dolor y la desolación desaparecían.
Que tan sólo con estar ahí sin pronunciar una sola palabra ya me sentía libre y rejuvenecido.
De pronto despierto y me doy cuenta de algo realmente fantástico, me percaté que no era un sueño.
Aquella silueta, aquella ave espiritual, aquella imagen lavable de todo pecado.
Era mi madre.
Gracias mamita
Gonzalo Falcón:):
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