Quién no intenta escribir cosa “poética”
cuando el amor toca a la puerta.
Quien crea que hacerlo es volverse menos
hombre o que es cosa más de “poetas”;
lo encuentro en un equivoco enorme.
Ni la mujer es más amorosa porque lo haga,
ni el hombre es menos porque la diga.
Esto es simple, pasa que el amor envuelve y
convierte hasta al más casquivano y a la más
dura piedra…
De la mano esta la lleva, a la orilla del lecho
amoroso la poesía se acuesta, con alegría y
febril gozo, ahí quieta se queda, en esencia:
Es el éxtasis vuelto sintaxis, el que vuelca en
síntesis de lo que en versos antes del acto
se dijo; cosa que puede termine en un buen o
mal sexo. Como leer un texto de buena o mala
poesía.
Uno pretende que cada letra hable y para el
caso, escriba de ella o de él; con ellas esculpir
sus formas y disformes formas de ser; y que
sean caricias dejadas en sus oídos vibrantes.
Que cuando ella las lea, una por una y dos por
dos hasta que termine, gozando, ella quede en
suspenso y que por la comisura de su boca destile,
en bobada, tanto que queden, entre, húmedos
sus delgados labios.
Y así su boca tierna y expectante deseosa me
reclame. Pues, si algo me gusta es que a ella
sabe y sabe que es mi dueña, mi anhelo y las
palabras que de ella salen.
De vez en cuando, uno deja que entre letras el
amor aflore y que entre líneas la lujuria brote.
Algunos deseos secretos y otras las palabras cursis.
Un ejemplo de lo que les digo es que “tu cuerpo
es fina arena, el lugar en donde me encuentro,
gozo, y para cuando nos abrazamos somos
armonía, de la que uno en la vida espera…”
Jodido pero a quién no le gusta que le escriban y
más que le digan cosas de éstas, de las que solo
las puede decir un hombre enamorado; y de las
demás no hagas caso, serán solo palabras sin
sustento que alimente, pues no van impregnadas
del amor que por ti vivo y en las noches muero.
GILDARDO CARRIÓN
No hay comentarios:
Publicar un comentario