sábado, 18 de marzo de 2017

NUNCA ALGO HABÍA SIDO TAN MÍO


Ni el frío lo era
Ni las flores marchitas
Ni los juguetes de niño
Nunca algo había sido tan mío
Ni la ropa que llevo puesta
Ni la comida que meto a la panza
Ni las risas de las niñas huérfanas
Pero, hay algo que si lo es y de nadie
más, es mío el deseo, el que llevamos
dentro, nadando en las venas,
electrificando al cerebro, en los músculos
de las manos, en los hinchados labios,
en la lujuria que brota por los ojos y en
el miembro que descansa...

GILDARDO CARRIÓN

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