Estoy leyendo junto a la ventana
El sueño de Bernat Metge,
médico de la melancolía
que me trae el recién nacido otoño.
Sobre el discurso del alma y sus cualidades
canta en los patios el sonido de la lluvia
como un río de música perenne
de cauce vertical como la luz.
Leo la inquietud de Bernat Metge,
preso de su sueño de labrar en la arena.
"El alma es inmortal", repito ausente
mientras la lluvia suena
en el cristal de la ventana.
Si el alma es inmortal y el cuerpo muere,
¿de qué me sirve luego consentirlo
si no podré ya más mirar la magia
de esta lluvia que lava los paisajes
dejándoles las caras infantiles
ajenas al pecado de ser tiempo?
¿De qué me sirve entonces aceptarlo
si no podré ya más beber el vino
de los buenos momentos
ni sentir en la cara la brisa que respiran
los campos, las montañas?
"El alma es inmortal…" Acallo el sueño
y despierto en el uso de estar vivo,
en brazos de este cuerpo que me brinda
todavía el bendito pecado de ser tiempo.
Esteban Conde Choya (Cerdanyola del Vallés, Barcelona)
Publicado en la revista Aldaba 32
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