Aprendí que con mesura
se puede evitar lo álgido
sí, y eso fue cuando
me encontré con el golpe
que dejó en mínimo
mi pobre alma levantisca.
Aunque esa verdad
es cruel para uno verla.
Tan sola una acción recibida
para que te haga cambiar,
aunque siempre faltaba el motivo.
Si al sacar lo brutal
solo serviría para acobardar la tensión,
es que, no es ubicar el miedo,
si no tolerar algo
y ser lo bastante inteligente.
Desde que conocí eso,
el silencio sopesó mucho en mí
y de pronto era un arma formidable.
Pues la acusación de pendejo hubo
por no enfrentar los conceptos,
y pensé que la inteligencia
no era para utilizarla en babosadas.
Y hoy lo comprendo aún más,
que la mesura es de centro
y cada vez que hay disolución
es para no envolverme jamás
a evocar los tonos tontos.
Fernando Zuñiga Fajardo
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