No perdáis valor, amigos míos.
La libertad vendrá con silente paso,
caminando sin bastón.
Nada promete.
Con calma reina
en la orilla de allá,
en la orilla de acá.
Regocijada como pájaro en cielo azul.
Liberada de toda carga.
Independiente.
Extasiada en sí para el ser.
Suave, suave…
No es solamente el viento quien la anuncia.
Personas del todo extrañas
se esparcen en turba.
Aguardan a que todo pase
y rompan las cadenas que atan.
Que el fresco trago del pozo
sepa tan bien
como las despiertas causas,
donde la libertad no abandona
y sabe de los infundios.
¡Valor pues, amigos míos!
Que hasta que acabe todo,
no debéis cesar vosotros.
Ana María Lorenzo
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