Como cada día, él no lo sabía… ella siempre lo buscaba, a escondidas para saber de su alma y como latía ese corazón que con fuego lleva grabado su nombre.
Y para que no se notara lo tanto que le pensaba, se ponía quieta, pero su sueño era que viviera él hoy con ella, que supiera que desesperado también era su corazón tal como el suyo, y si llegaba a tiempo, con un solo saludo, esas flores y el sentimiento en la mano, sabía ella que era amada, al suspirar sentiría que el alma escapaba hacia donde él estaba.
Y si no regresaba su esencia, es que se quedó atorada entre sus párpados, colgando de sus cejas, por si despierta, él sepa, que cuando sus sueños se hacen realidad tiene todo lo que desea, a ese hombre que le hace vibrar, sentir, amar y volverse a ilusionar, penetrando en su pensamiento el hogar del hombre a quien tanto celebra… su corazón mi respirar, su coquetería con la que yo sueño.
Enrique Palma
No hay comentarios:
Publicar un comentario