No somos omnipotentes
ni pienso que Dios lo sea,
seguro estoy de que mea
y se lavará los dientes.
Que sepa o no si mientes,
es cuestión de medio pelo,
por confundir el anhelo
que determina la vida,
hacemos más la comida
que nos quitamos el velo.
Tenemos más de mortales
que de prepotentes dioses,
ya vemos en nuestras poses
que somos muy animales.
Tenemos negocios tales
que dejamos en la tierra
las basuras de la guerra;
luego crónicas extrañas
nos hablan de musarañas
y el capítulo se cierra.
Somos pequeñas semillas
sembradas en el desierto,
con vistas a cielo abierto
y sin agua en las orillas.
Rezamos en las capillas
por acallar nuestro vicio,
mas buscamos el oficio
de las grandes catedrales,
queriendo ser inmortales
se nos abre el orificio.
Julio G. del Río -Valencia-
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