Menuda felicidad de lo furtivo,
intensa y frágil como un feroz origami.
Las arenas exactas del mandala
se dispersan con un soplo.
Resuenan de nuevo en mí
los bramidos del derrumbe:
una ilusión más se despeña.
Pero consuela saberse estremecido,
que la falla aún sacuda la tiesa mole,
que siga la querencia sembrando sismos.
César A. Salgado
Publicado en la revista Letras Salvajes 18
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