Me duelen las heridas.
De tantas guerras libradas.
De tanta sangre seca.
Y de tantas lágrimas coaguladas.
Mi cuerpo es un campo de batalla.
Mi piel una alambrada,
donde agonizan colgando de ella,
miles de almas.
Me duelen las heridas.
De tantos niños, atravesados por el papel moneda.
De tener el corazón taladrando mi pecho.
Con unos pulsos que son,
Picos de paloma.Y cornadas de toros ciegos.
Me duelen todas las heridas.
Las que me hice,
cuando fui mordida por el caimán del hambre.
Y cuando me quemé,
al poner la mano en la brasa de la vida.
Como mordiscos de alacranes,
sobre mi frente abierta.
Como un campo de diminutas amapolas,
que crecen como potros salvajes,
sobre mi espalda de tierra.
Me duelen todas las heridas.
La que tengo recientes.
Y las que tengo secas.
¡Me duelen todas ellas!
Pero la herida que más me duele,
Es la herida, de aquella vez que perdí.
El brillo que se esconde,
El enigma azul de tu mirada.
Debora Pol.
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