Hiciste
un dibujo en la arena
para que ella lo viera
desde el aire.
Hiciste
una casa bajo el mar
para ver más de cerca
los peces de colores.
Hiciste
un abanico con varillas plateadas
para regalárselo a la misteriosa
dama que te escribía poemas de amor.
Hiciste
una cruz en la puerta
para no olvidar nunca
que era allí donde vivías.
Hiciste
un poema interminable
que dejaste olvidado
en la mesa de su despacho.
Hiciste
una promesa de amor
pero después no cumpliste
ni una sola de tus palabras.
JOSÉ LUIS RUBIO
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