Un activista por la paz
creó la dinamita
y el desierto desbordó
de arenas putrefactas.
Su testamento
no tiene nombre
porque hiede la culpa
encarcelada en hangares
de sueños sin alas.
Arde la mentira
en las pantallas
del propio yo,
hasta resquebrajarse
con verdes escupitajos.
LIANA FRIEDRICH (Rafaela-Santa Fe)
Publicado en la revista Gaceta Virtual 104
No hay comentarios:
Publicar un comentario