jueves, 23 de enero de 2014

PUBERTAD


Atenazado por una voz que no dice nada, salí a la vida pisando los talones a las golondrinas de mis sueños.
Mi corazón en carne viva era una carcasa de gelatina y piel.
Mis palabras, pura ofensa de madrugadas y caminos torcidos.
Todas las voces de mujer parecían dulces miradas que explotaban entre mis brazos como pompas de aire y vicio.
Las derrotan, montañas que golpeaban mi corazón con la más dulce y cruel de las torturas.
Fui puro nervio y la nada se hizo todo.
La pubertad.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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