El agua recorre las grietas que no conozco,
es un sonido puro que no sabe de abrazos,
gota a gota huye como un río de secretos,
se convierte en charcos ensombrecidos,
el agua es la piel que ilumina los dedos.
El agua nunca recuerda su recorrido,
su camino es una derrota de espuma,
que fluye sin dejar poso ni realidad,
desaparece en el desagüe del sueño,
es un bloque compacto de humo frío.
El agua acaricia tu cuerpo sediento,
no percibe que los deseos flotan,
como maná que absorbe tu luz,
es el cáliz que cumple su función,
es como la piedra que escondemos.
El agua tiene la dicha de los elegidos,
conoce tu cuerpo como un sabio loco,
es un río que te atesora con avidez,
es la huella de la presencia cierta,
la torpeza del agua, envidia ciega.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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