Yo, Fray Ramón Pané, pobre ermitaño de la orden de San Jerónimo, no le podía dar crédito a mis ojos entonces, ni a mi memoria ahora, mientras me dispongo a escribir este secreto que no incluí en mi Relación hecha al Almirante, Cristóbal Colón. En el año de nuestro Señor de 1497, me encontraba al despuntar el alba ante la mítica gruta llamada Yobovava por los Taínos, en las tierras del cacique
Maucia Tivuel. Según la leyenda, de ella salieron el Güey y la Nonún (el Sol y la Luna). El behique me dijo que observara bien el arte taíno de fabricar oro.
De la gruta salieron dos monstruosos cemíes vivientes, llamados Boinayol y Maroya, sosteniendo otro ídolo cemí hecho de un cristal negro. Uno de sus ojos era plateado, como el mercurio de los filósofos; y el otro de un rojo fuego, como el azufre utilizado en la consecución de la Gran Obra según Nicolás Flamel. Colocaron al cemí sobre una roca de cara al sol que ya ascendía al trono del Turey. A medida
que los rayos de luz lo iluminaron, el color negro del cemí se trocó en blanco y por último en rojo: las fases nigredo, albedo y rubedo del proceso alquímico.
«Tenemos algo más trascendental que la Piedra Filosofal del Arijuna para convertir los metales burdos y las cibas en oro... poseemos el Astro Filosofal», me dijo el behique, sacándome de mi estupor. «Ahora penetra dentro de Yobovava... para que te maravilles».
En medio de la gruta se alzaba un montículo de cibas ordinarias. Frente a ellas colocaron al cemí. El behique profirió un cántico e inmediatamente, a lo largo de la espina dorsal del ídolo aparecieron —de abajo hacia arriba y según las fases de la Gran Obra— los símbolos de los planetas: Mercurio; Saturno; Júpiter; Luna; Venus; Marte; y el Sol. Cuando apareció el símbolo del astro rey, los ojos del cemí emitieron un rayo cuyo color era una mezcla de azufre y mercurio. El rayo cayó sobre las cibas y al instante se convirtieron en el oro más puro. Gracias a esta alquimia los Taínos no se extinguieron en Santo Domingo; y yo gané la inmortalidad con el Elíxir de Yocahu.
Odilius Vlak (República Dominicana)
Publicado en la revista digital Minatura 125
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