Cuando el reloj da las doce
sales vestida de negro noche
con tu corona de reina
y tu altanera soberbia.
Entras al bosque siniestro
con la luna llena de escolta
recorriendo el cementerio
de las almas que te piden compañía.
Con tu belleza salvaje
tus ojos cual dos azabaches
y tu boca pintada
de un rojo escarlata.
Caminas airosa y esbelta
entre los árboles mudos
que decoran el paisaje
de lápidas y cruces de los muertos.
Buscando por tu sendero
quien se cruce en tu camino
para hacerlo víctima de tus caprichos
y dejarles el corazón vacío.
Oh dama de la noche
quien puede resistirse
a tu hermosura, a tus manos frágiles
y a tus afiladas uñas.
Y cuando el alba está por despuntar
con tu presa en tus brazos
regresas a tu morada
para esconderte en sus sombras
y devorarte con ansias
a aquel mortal que
sucumbió ante tus
encantadoras garras.
Diana Chedel
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