sus ojos diminutos de indagar,
y los míos abiertos para hablar
por el cristal con las estrellas.
En su atalaya centinela
oteaba vidas al pasar
que le hicieron recordar
cuando fue también doncella.
Tiempos de baile en la plazuela,
de cortejos al andar,
de intenciones que ocultar
en requiebros de zarzuela.
Noches a sorbos de mistela,
de flor paciente en el ojal
que esperaban a adornar
los cabellos de novela.
Inviernos de esperanza y de condena
bordando las olas de ese triste mar
en los lienzos de un extraño ajuar
que otra velará en primavera.
Recuerdos del amor en esa guerra
enlutando el alma sin brotar,
la que nadie pudo conquistar
y el tiempo marchitó serena.
Miraba la ventana y yo con ella
esperando a su primer galán,
el que nunca llevará en su ojal
la flor que no brotó en primavera.
Gustavo González -Valladolid-
No hay comentarios:
Publicar un comentario