Al viento la guitarra está clamando
a fin de que se escuchen sus clamores;
y diez dedos cual frágiles sensores
a sus seis cuerdas van acariciando.
Aquéllos, sobre aquéllas basculando,
van abriendo camino a los albores,
al que acuden humildes trovadores
y a su orilla sus versos van sembrando.
El clamor va aumentando y llanto se hace
y con aquél y el sol, el verso nace
para elevarse como espiga al cielo,
e ir ascendiendo paulatinamente
mientras que va granando su simiente
y hecha estrofa que sirva de modelo.
Manuel Vicente Mejía Sánchez-Cambronero. España
Publicado en la revistas Oriflama 18
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