domingo, 18 de noviembre de 2012

EL ALGARROBO DE LA RIBERA


Al tiempo le he robado unos minutos
para ir a visitar al Algarrobo
donde bajo su sombra
dormíamos nuestros besos.

He llegado hasta él
apresurando mí paso
pensando que quizás
ya fuera un esqueleto.
Pero, estaba allí
cansado y viejo.
Con sus ramas abiertas
me salió al encuentro
y comprobé que son brazos
que se alzan al cielo.

Me detengo ante su lecho
y un escalofrío me estremece,
Siento como la nostalgia
abriga mi cansado cuerpo
al comprobar que siguen vivos
 las huellas y los recuerdos.

En su viejo tronco,
entre corteza  y arrugas secas,
se observa el corazón
que un verano grabamos.
Me siento  bajos sus  ramas,  
descanso del polvo del camino
y veo como unos enamorados
lavan sus rostro sin pudor
en el espejismo del rio.

Ahora, el Algarrobo y yo
nos hemos hecho buenos amigos
y cada día camino por el sendero
que me lleva al rencuentro.
Me detengo ante él y lo saludo
y me siento a meditar a plena luz
bajo sus cansadas ramas.
El me cuenta historias, cuentos y batallas.
Yo escribo estos versos
y se los leo para que me de el “Visto bueno”
de Diablo o de Sabio.

Después sus ramas
me cantan una nana
y sus hojas  me arrulla
a la par que me viene
el aliento de tus besos
donde me duermo…

Y sueño que grabo estos versos
pero,  no quiero dañar
su delicado cuerpo
porque lo siento cansado,
solitario y viejo
con el nudo ronco en la garganta,
susurrando bajito
los gemidos de sus sueños.

María Sánchez -San Fernando-

No hay comentarios:

Publicar un comentario