domingo, 4 de noviembre de 2012

¿CIENCIAS O LETRAS?


Por estas fechas nuestros bachilleres han tomado la decisión de estudiar “Ciencias” o “Letras”. Pues
hemos llegado a un punto en que la ciencia necesita diferentes disciplinas para poder abarcar su extenso
contenido. De modo que una pregunta queda en el aire: ¿Es posible, hoy, el hombre del Renacimiento?
Creo que la amplitud del saber y la diversificación de la demanda laboral nos han llevado a cierto equívoco: pensar que lo que llamamos “Ciencias” y “Letras” son distintas y no pertenecen a un mismo
tronco común.
Para los antiguos grecolatinos no había tal separación, ni para el renacentista tampoco (cabe recordar que un hombre del Renacimiento no tenía más conocimientos que un bachiller de nuestros días; al menos hasta hace unos años, viendo la deriva de la enseñanza en nuestro país).
Entonces todo se englobaba bajo un único nombre: Filosofía («amor por la sabiduría»).Filosofía que se
ocupaba de la epistemología, la semántica, la lógica y la retórica, la matemática, la astronomía, la geografía, la medicina, la biología, etc. Es cierto que no todos podemos tener el genio de un Aristóteles o un Leonardo da Vinci, pero sí el asombro, la perplejidad, como ellos, para preguntarnos por el “porqué” de las cosas.

Sé que actualmente no sería factible detenerse en explicar cada uno de esos saberes que hemos heredado de nuestros antepasados. Sin embargo, es posible despertar en nuestros adolescentes la curiosidad de por qué la tierra es “redonda”, el teorema de Pitágoras o que la suma de los ángulos de un triángulo es igual a 180º. Esto último lo comprendí años más tarde leyendo a los presocráticos, que de estudiante, como tantas otras cosas, me dieron por hecho.Así, el peripatético Eudemo atribuye a los
pitagóricos el descubrimiento del siguiente teorema: cada triángulo tiene sus ángulos interiores iguales a dos ángulos rectos, y lo explica geométricamente de forma clarificadora.
Eratóstenes, nacido en el año 284 antes de Jesucristo, fue el primer científico de la historia de la Humanidad en medir, con bastante precisión, la circunferencia de nuestro planeta, en una época en la que muy poca gente pensaba que el mundo no era plano como una mesa, observando que dos estacas clavadas verticalmente en el suelo, a una distancia de varios kilómetros sobre un mismo meridiano, daban sombras distintas a una misma hora.
Y, referente al teorema de Pitágoras, por qué nunca me hablaron del triángulo egipcio. Algún lector se
preguntará qué tiene que ver esto con el oficio de las letras. La respuesta es: todo. ¿O es posible
prescindir de la imaginación, del método, la lógica o de los recursos retóricos? ¿Lucrecio (95 a.C.), autor “De la Naturaleza”, fue un excelso poeta o un científico?
Sus versos nos hablan de amor, pero también se ocupa del espacio y la materia, y de los átomos, según la tesis «nada procede de la nada» y de que «solo existe la materia y el vacío». Es decir, su poesía
amorosa combina la doctrina de Epicuro y la física de Demócrito.
Gustará más o menos “Rayuela”, la excepcional novela de Cortázar. Pero como debemos leerla, de forma tradicional, desde el principio o siguiendo el Tablero de dirección que nos propone una lectura distinta: saltando y alternando capítulos. George Perec organiza “La vida instrucciones de uso” mediante fórmulas lógico matemáticas. Por poner algunos ejemplos. En definitiva, ¿en qué se diferencia la propia sombra de Tales, que le sirvió para medir la altura de las pirámides, de aquella otra del poeta de los poetas, Píndaro, cuando dice que «el hombre es el sueño de una sombra?».

ANTONIO GARCÍA MARTÍNEZ 
Publicado en la revista Estrellas Poéticas 50

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