miércoles, 21 de noviembre de 2012

AMAR A LA DISTANCIA


Sostengo que a un poeta se lo comienza a conocer cuando nos visita desde su propia poesía. Di con Armando en la adolescencia, desde algunas canciones y un "Lucas Romero" que, siento, lo vimos pasar juntos; claro que él me lo presentó magistralmente...
Pero la primera vez que estreché su mano fue en el estoico teatro IFT, un marzo trágico de 1976. Él, a la par que Alfredo Zitarrosa y otros artistas nuestros, ofrecía recitales (interrumpidos abruptamente por la atrocidad que nos habían deparado). Recuerdo que, tremulando, con mis ávidos 25 años y la excluyente emoción que me poseía, lo esperé -luego de beber su talento y remar junto a él en el barco de la patria o sentir dentro del cuore la irrefutable certeza de que un amigo es la vida dos veces-, lo esperé simplemente ¡para verlo de cerca!, pues hasta ese momento únicamente lo había visto como espectador. La timidez, y mi modo (compartido con él) de "amar algunas distancias", sólo me permitieron demostrarle admiración y extenderle el único "papel" que tenía en la mano... era "Hacia una moral sin dogmas" de José Ingenieros. Este es muy bueno' dijo, y estampó su firma, extensa como un río, en el corazón del "ciudadano de la juventud". Atesoro aquel libro como una síntesis vivencial de albos sueños que fueron... y persisten.
  Al regreso de su exilio, volví a verlo, ya de manera más cotidiana.  Comenzamos a encontrarnos -Movimiento Tiempo Abierto, de La Nueva Canción Argentina II, Tome y Traiga, reuniones en el Comité Central del Partido Comunista- y se sucedieron los asados, locros, tallarines... en Guernica, Barracas, y alguna que otra fonda...
  El día 21 de abril de 1989, presentábamos, junto a otros poetas amigos, el libro "Antes que el viento se apague"; ese día Armando cumplía 60 años. Se acercó  a acompañarnos a la sala Haroldo Conti de Liberarte... Al finalizar el acto, me abrazó como él solía estrechar a sus amigos y, lagrimeando, me dijo: Vos tenés un modo muy particular de ver la realidad desde la poesía....¡dame pelota! "¡piyátela, Celano, piyátela"... Fue casi siempre, su modo callejero de alentarme.
  ...No sé "negro", ¡maestro!, si pude; si habré logrado alzar la antorcha que dejaste o si lo lograré. Por el afecto recibido,  el amor a la vida que compartimos en tus últimos años y la afinidad ideológica (en parte modelada en tus dialécticas charlas de fogón e históricos poemas), lo intento diariamente...  Ahora, desde Cuba, siento, junto a la lumbre de tu recuerdo, qué es auténticamente lo que “se ama desde la distancia” y corroboro, con íntima alegría, cuánta gente recuerda tu paso por la Isla, cuando decidiste salir a caminar por la cintura oceánica del Caribe para palpar la esencia misma de la revolución.

(Testimonio del libro Profeta del viento de Dora Giannoni editado por Patria Grande, en el capítulo Intento de retrato)

Héctor Celano desde Cuba
Publicado en la revista Isla Negra 331


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