domingo, 21 de octubre de 2012

CARTAGENA, AL DESNUDO


Por Nadim Marmolejo Sevilla

Aquello de que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen parece haber adquirido esta semana el doloroso estatus de verdad en Cartagena, tras lo manifestado por el veterano periodista Juan Gossaín sobre la crisis institucional por la que atraviesa en la actualidad esta ciudad. El reconocido comunicador dijo, tajantemente, en una entrevista concedida a su antigua casa radial RCN, que la responsabilidad de lo que está pasando en la capital del departamento de Bolívar es de la gente.

      Y se pone uno a mirar y encuentra que es muy difícil contradecirle. Cómo no creerle si todo el mundo era consciente de que Campo Elías Terán no poseía la más mínima experiencia en el ámbito de la administración pública moderna; cómo no creerle si era vox populi que su campaña estaba siendo financiada por personajes de la vieja guardia política de mal recuerdo para la ciudadanía; cómo no creerle si existió la compra y venta del voto el día de las elecciones; cómo no creerle si mucha gente recibió mercados, materiales de construcción y medicinas, regaladas, entre otras cosas, como parte de pago por su apoyo; cómo no creerle si todo el mundo sabe que ninguna persona gasta las cantidades exorbitantes de dinero que cuesta una campaña política en Colombia, por el sólo hecho de rendirle culto a la democracia.

      El elector cartagenero, en gran medida, se dejó llevar por la emoción que le inspiraba el hecho de que Campo Elías fuera un hombre famoso, por el agradecimiento que sentían muchos hacia él por los favores recibidos mientras estuvo al frente del programa radial que producía, por la simpatía que generaba su condición afrodescendiente y la idea de hacer historia como el primer alcalde negro de Cartagena, y, sobre todo, por el impulso de las fuerzas poderosas que le hicieron salir de la radio a la plaza pública. Mas no  por sus capacidades profesionales y técnicas necesarias para administrar una ciudad como esta y menos para gobernar. Como siempre, ninguno se fijó en si era o no el jinete adecuado para coger de las riendas el potro casi indomable de la alcaldía de La Heroica.

      Y no está por demás pensar que quizá esta sea la razón por la cual el escritor Oscar Collazos se atrevió a decir en su columna del periódico El Universal que “la mediocre gobernabilidad que padece Cartagena no es consecuencia de la enfermedad del alcalde, sino de un cúmulo de improvisaciones, de un fantasioso deseo de Campo Elías de ser alcalde, de un apego patológico a la ilusión del poder, del error de complacer a todo el mundo, de confundir la gobernabilidad con la piñata”.

      Esto no significa que Campo Elías Terán sea corrupto. Pero si ingenuo, en palabras de Gossaín, como parece demostrarlo el hecho de que firmara todo papel que le llevaban según su asesor jurídico Fabio Castellanos; que muchas de las decisiones trascendentales las tomaran otros a escondidas suyas, antes y mientras estaba en la clínica recibiendo atención médica debido al cáncer que padece, en detrimento del erario distrital; que, de manera lícita mas no lógica ni políticamente correcta, en forma desesperada y también a sus espaldas otros buscaran en los últimos días que el concejo distrital les aprobara millonarios recursos económicos provenientes de las regalías petroleras comprometiendo las vigencias futuras.

      De manera que resulta difícil no verse uno animado a considerar que el pueblo de Cartagena es el único responsable de lo que le está pasando. Que se nota a leguas que, en el caso actual (y otros del pasado que no vale la pena mencionar ahora), fue el mismo el que arruinó su destino al perder la sobriedad que se requiere siempre para ver bien por quien se vota en unas elecciones. Ni la alternativa del voto en blanco sirvió para evitar elegir a Campo y su “pandilla”, como llamara Gossaín a los integrantes de su gabinete.

      Ahora, tal como pensaba el filosofo neerlandés Baruch Espinoza, “no hay que reír ni lamentar, hay que corregir”.

Publicado en el periódico digital La Urraka Cartagena

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