Manos tienes de astuta exploradora,
versada en los más íntimos senderos,
que alborotan colmenas y hormigueros,
miel y temblor, sobre la piel que implora.
No ahondaré en tu aptitud, reveladora
de vidas previas, triunfos pasajeros;
aceptaré tus tactos forasteros,
aunque se ausenten al romper la aurora.
Contigo se acentúa la advertencia
de mi simplicidad, o inexperiencia,
casi infantil frente a tu habilidad.
Qué perverso placer en que me afano,
siendo llevado de tu propia mano
por la senda de la complicidad.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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