- El corazón del Mar ha quedado varado en la playa, desgarrado.
- Gruesas venas le escurren cercenadas del cuerpo, destilando aún
vestimentas de tritones y sirenas.
- Entre conchas deformadas, metales añosos y detritus salobres adheridos,
los músculos se reventaron, sin ánimo ya de bombeo.
- Algunas gaviotas impertinentes y filosas han comenzado a asestarle de
inmediato picotazos sin sosiego.
- Y en tristeza, las olas se han aquietado y apenas bañan su volumen hundido.
- Es desconsolador saber que jamás ningún niño y su alegría volverán a conocer
el Mar como debiera ser.
Javier Mendoza Aubert
Publicado en la revista ¿Cómo leer en bicicleta?
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