La pintura no tiene otro valor
que el artista le vaya dando
a medida que sus pinceles van,
mágicamente trasformando,
creando varios espacios,
nuevas sensaciones,
distintos olores,
o… simplemente conservar
y transcribir, arrancando
la virginidad del lienzo,
una realidad exterior,
un suspiro del alma…
Una turbulencia de la mente.
La pintura arranca
a golpe de pincel
la blancura del lienzo,
haciendo de ése un nuevo ser.
Ser con vida propia
a los ojos de su creador.
Ser, espejo y eco del maremágnum,
ente vital del pintor…
J. Antonio Nogueras
Publicado por María Sánchez en el blog La casa del valle.
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