El cielo ha hecho justicia.
La tormenta que anoche era incertidumbre en brazos de la luna llena,
se convirtió en un paisaje derrumbado
en charcos de herrumbre.
Luego amainó,
somnolienta,
la codicia de la inconsciente lluvia,
y pegotes de luz empezaron
salpicando los charcos,
toqueteando las aceras,
para al final,
arañar las paredes alzándose
hasta formar una sima de luz altiva
majestuosa,
de puños y hojas secas.
Más tarde,
como una danza de espinas de sol,
la tarde fue.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
No hay comentarios:
Publicar un comentario