Un día, tú y yo, necesitados
el uno del otro, coincidimos
en el venero aciago del amor.
Breve fue la estancia de ese sueño,
fugaz instante ¡bello fue mientras duró!
como cuando se agita
de alegría la tarde
y en su inefable travesía,
encoge al corazón.
Fue muy triste apurar esa locura,
nos bebimos de golpe
la copa de licor,
que tiembla cuando canta
en alas de ilusión.
Dos ríos duermen a diario en la misma cama,
dos ríos en loco desvarío,
yo sueño con esa paloma sin nido,
tú no sé con que sueñas, cuando ríes dormido.
Norma Pérez Jiménez -México-
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