Un día salí al espacio a explorar, estaba contemplando el divino crear
De repente aparece frente a mí una marcianita, iluminada y muy bonita
Me sonrío con mesura, de esencia cristalina y pura
Me dijo, “vamos al universo a visitar”, como niños nos pusimos a jugar…
Cantábamos alegres con devoción, mientras pasábamos por Plutón
Formamos divinos arcoíris en Marte, de la majestuosa espiritual arte
En Júpiter nos dimos un beso inocente, observándolo todo ser viviente
En Saturno pedimos deseos que emanaban del corazón, uniéndola con la sabia razón…
Volamos más rápido que un cometa, logrando cada meta
Visitamos a los pleyarianos, decían que nos aman como hermanos
Ella me llevó a muchos lugares interdimencionales, de fantásticos seres elementales
Luego bajamos a la tierra a descansar, al mirarla sentía el divino amar…
A mi oído tiernas palabras susurraba, yo más la amaba
Le dedicaba mi poesía, olvidando el espacio, tiempo, la noche y el día
Sentía su angelical presencia, del despertar de conciencia
Sus ojos brillaban, diferentes historias me contaban…
Su cabello era como el oro, fe y esperanza respiraba por cada poro
Me dijo que en su planeta el deseo carnal no existía, de las ternuras de sus almas se vivía
Sentía que venía de la cuarta dimensión, luego me enseñó la cosmopolita oración
Me hizo sentir que era su alma gemela, dijo, “nos encontraremos amor en otra dimensional escuela”
Ahora en las mañanas y noches veo el firmamento, siento que ella vuela libre como el viento
Percibiendo su presencia, abrazándome con su encantadora esencia
Llenándome de energías, alegrándome todos los días
Gracias Dios por mi bella y dulce marcianita, en su corazón y en el mío cada alma gemela habita.
Yider Elder Araque Cerón
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