Bajo tu vestido hallé romance,
deseo constante quemando
manos, tela sin fondo llamando
con silueta esbelta, martillo
de seda quebrando lo pensado
invitando lo impensable, acaso
ignoras que andando dejas humo
de verano, huellas en mis ojos
cual tijera cortando el botón
de la vergüenza, quedando
expuesta la piel húmeda
pidiendo ser besada sin
tiempo, con saliva
añejada en los sueños.
Sobre tus labios recogí lunas
de noches que pensábamos
olvidadas, otras vidas o épocas...
que más da, lo que hay es lo
que clava el cuchillo de una
verdad que no nació, porque
siempre fue, fue el gemido
de antaño despertando
amenazando, fue el placer
de ser alma y cuerpo provocando,
la tentación sin ojos implorando
el orgasmo, fuimos y somos
dueños en el insólito capricho
de un destino desnudo.
En tu vientre encontré arrecife
de perlas perdidas, joyas
presumiendo belleza de años,
ombligo de marfil incitando
perfecto para mis labios,
crepúsculo añorado vertiendo
aroma de tantos deseos
acurrucados, senda blanca
al huerto donde arrancamos
en un grito mil suspiros,
en un beso mordido todo
lo reprimido y sin mirarnos
destellos de estrellas palpitando...
¿acaso no has sentido la ráfaga
de mis ganas, el inclemente
deseo ardiendo en tu poros
erizados? Soy yo quien llegué
como invierno y que me quedé
en tu cuello colgando.
Luis Emilio Tigüilá Robles -Guatemala-
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