domingo, 30 de diciembre de 2018

EDUCACIÓN Y POESÍA


Es cierto que la poesía es una aspiración a la belleza, pero también lo es que puede ir más allá, mucho más allá. ¿Que cómo fundamento está opinión? Veamos:

Un lejano día leí en Ortega y Gasset que la poesía es un medio para llegar al conocimiento. Cosa que entonces me sorprendió sobremanera, pero a lo largo de la vida he descubierto que esta afirmación no es en absoluto una ocurrencia gratuita.

Un poco antes –y nada importaría que fuera un poco después-, en el ensayo sobre Walt Whitman, había leído estas valientes afirmaciones de José Martí, el poeta que cultivó una rosa blanca:

¿Quién es es el ignorante que mantiene que la poesía no es indispensable a los pueblos? Hay gentes de tan corta vista mental, que creen que toda la fruta se acaba en la cáscara. La poesía, que congrega o disgrega, que fortifica o angustia, que apuntala o derriba las almas, que da o quita a los hombres la fe y el aliento, es más necesaria a los pueblos que la industria misma, pues ésta les proporciona el modo de subsistir, mientras que aquélla les da el deseo y la fuerza de la vida.

Por otra parte, en “Las palabras de la tribu”, José Ángel Valente afirma que “La poesía es, antes que cualquier otra cosa, un medio para alcanzar el conocimiento de la realidad”, que viene a ser coincidente con lo que había dicho Ortega.

Y como colofón a todo ello, un día se pusieron ante mis ojos estas sabias palabras de Nietzsche, el filósofo que pedía a martillazos la transmutación de los valores:

“Parece claramente que lo principal en el cielo y en la tierra es obedecer largo tiempo y en una misma dirección: a la larga resulta de ello algo por lo que vale la pena vivir en esta tierra, como por ejemplo la virtud, el arte, la música, la danza, la razón, el espíritu, algo que transfigura, algo refinado, loco o divino”

Y yo me pregunté: ¿o sea que se puede vivir sin maldades, sin patrañas, sin mentiras, sin estolideces, sin odio, sin subterfugios perversos, sin obscenidades, sin ostentación, sin lujos, sin prevaricación, sin cohecho, sin soberbia, sin mangarrufas, sin especulaciones, sin corrupción, sin pisar a los demás por el simple hecho de que están económicamente unos peldaños más abajo?

Claro que se puede. Pero esto hay que mamarlo ya en el primer aliento y seguirlo mamando hasta el último: en la casa, con unos buenos padres; en el colegio, con unos buenos maestros; en la universidad, con unos buenos profesores; en el aprendizaje, con unos buenos jefes. Y en la sociedad, con unos buenos gobernantes. ¿De qué otra forma se va a habitar el mundo del trabajo sin pensar exclusivamente en la zancadilla y el beneficio?

La educación no es solo una buena inversión, sino que es, sin duda, la inversión más rentable de todas cuantas se puedan realizar, tal vez la única que de verdad puede sacarnos no ya de la crisis económica que atravesamos, sino de la honda crisis moral que nos apabulla, nos acogota, nos hunde.

Y la educación empieza en el mismísimo nacimiento y llega hasta mismísima entrega del espíritu, tal como sugieren estos versos con los que yo quiero rendir, aquí y ahora, un humildísimo homenaje a mis padres, a mis maestros, a mis profesores, a mis filósofos y a mis poetas.

De la cuna más tierna a la mortaja,
cada grano es deudor de cada paja.

Un abrazo

Mariano Estrada

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